domingo, 1 de junio de 2008

Extraño mi I-Pod.

Hace menos de un mes me compré un I-Pod Shuffle de 1 GB, plateado, muy práctico por cierto.

En realidad tenía curiosidad por saber porque los utiliza la gente, no sé si sea por lo mismo que concluí yo, pero vaya que a mí sí me funcionó, y ahora que este fin de semana lo deje olvidado en la oficina, lo extraño.

Bueno, en realidad, me di cuenta que sirve para disfrutar de la música y a la vez aislarse de escenarios que me resultan incómodos o de escuchar pláticas de personas que después de media hora me resultan hasta fastidiosas. Lo siento, pero esa es la realidad, y si ven que lo uso en frente de alguno de ustedes, ya saben el por qué, pero si ven que me lo quito y disfruto hasta del silencio es por qué su presencia y ambiente me agradan. Sin querer, el pinche I-Pod se volvió hasta “termómetro” para medir mis estados de ánimo.

Además de que se siente chido caminar por las mañanas escuchando a Coldplay, empezar a trotar con New Radicals y correr con Reel Big Fish y Fishbone; pero lo que se siente a toda madre es golpear mi costal de box a ritmo (o desritmo) de The Exploited, Sex Pistols, Misfits y Balzac.

Creo que pronto me comprare otro para tenerlo de emergencia en la oficina, es extraño, pero creo que se me volverá vicio al igual que los tenis Vans, de plano ya ando pendejeando. Ni modo.

PD 1: ¿Alguna sugerencia de música para madrearse a algún cabrón?
PD 2: Lo de los Vans queda para otra historia.

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