El día de ayer tuve oportunidad de ver a algunos viejos compañeros de la universidad. Fue grato saludarlos y ver que se encuentran bien. Y si bien llegaron muy pocos, unos 40 de una generación inicial de 180, valió la pena el convivio. Hablamos muy poco de cómo nos ha ido actualmente, lo esencial, y nos concentramos sólo en pasar un rato agradable: alcohol, música y muchas risas, sin complicaciones.
Como cuando éramos estudiantes.