martes, 28 de febrero de 2012

Mudanza

Gracias amiga y amigos por acompañarme en el blog.

Nos mudamos a wordpress.

En próximos días les mandaré la dirección.

lunes, 20 de febrero de 2012

Reestructuración del blog

La idea de retomar el blog es con la intención de llevar un registro de las actividades profesionales, académicas y culturales que realizó, además de servir de contacto y difusión, claro, sin dejar de lado algunas de las aficiones y hasta ociosidades que van saliendo al paso.

El año pasado cambié de trabajo, dejé el patrimonio urbano y arquitectónico para incorporarme a un área de estadística y cartografía relacionada a aspectos de conservación del medio ambiente. La literatura y el cine documental quedaron un poco relegados, por el momento, aunque es cuestión de tiempo el volver a retomarlos. Me reincorporé a la escuela, aunque apenas dispongo de tiempo para hacer las tareas de la misma. La práctica profesional también me ha llevado al urbanismo y un poco a retomar el diseño arquitectónico. Así que ya se imaginarán el caos que de todo esto resulta.

Retomando lo anterior, iré reordenando el blog en algunos de los siguientes temas:

  • · Arquitectura
  • · Urbanismo
  • · Desarrollo Sustentable
  • · Conservación del patrimonio edificado
  • · Conservación del patrimonio natural
  • · Cartografía
  • · Investigación
  • · Historia
  • · Estadística
  • · Literatura
  • · Cine documental
  • · Música

El índice no es definitivo, pero es un buen principio para reordenar el blog y llevar registro de las actividades.

domingo, 19 de febrero de 2012

Un blog abandonado

Poco a poco iré retomando las actividades en el blog. Quizás con un enfoque un poco distinto, un poco más enfocado a mi actividad profesional pero sin dejar de lado los gustos y aficiones. Seguimos en contacto.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Coches que me gustan (1)


Estoy pensando seriamente en comprarme un coche, este me gustó mucho, espero que algún día arranque, me refiero al coche.

martes, 16 de noviembre de 2010

Taller de Planeación Participativa 2010 para la Zona de Monumentos y el Centro Urbano de la ciudad de Puebla





Taller de Planeación Participativa 2010 para la Zona de Monumentos y el Centro Urbano de la ciudad de Puebla

El día sábado 27 de noviembre de 2010 se realizará un Taller de Planeación Participativa para realizar la actualización del Plan Parcial del Centro Histórico de la ciudad de Puebla, para ello, se requiere el apoyo de los vecinos del Centro de nuestra ciudad, de los barrios antiguos y de las colonias aledañas a la Zona de Monumentos para conocer sus inquietudes y propuestas.

La planeación requiere de la participación. Por eso les pido que nos ayuden a la difusión de esta convocatoria.

Si eres vecino de alguno de los barrios o colonias enlistados acude, la invitación es abierta. Si no lo eres pero conoces a alguien que sí lo sea, avísale de esta convocatoria.

Si tienen dudas o comentarios, estamos a sus órdenes. Pueden mandarme un mensaje o escribir alguna nota al final de esta página.

Gracias.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Calaverita: Hugo Leicht, autor de “Las calles de Puebla”

El doctor Hugo Leicht anda de vuelta
recorre las calles de Puebla
tomando nota casa por casa
buscando recuerdos en cada plaza.

Pero no va solo en su andanza.
Pues a la Muerte le agradó la idea:
acompañar al Doctor todo un día
a recorrer la ciudad que describiera.

No entiendo la necedad de dedicar tu vida
a estudiar un lugar que tuyo no era:
Eres alemán, Hamburgo es tu tierra.
¿Qué le viste a un sitio de calles tan rectas?

Señora, le corrijo, para que quede constancia eterna:
A Alemania no la niego, ahí nací, es mi bandera
pero de México se impregnó mi esencia
en especial de esa vieja y misteriosa puebla
de alados alarifes y monjas cocineras
de orfebres cañoneros y familias insurrectas.
Donde andando por sus calles descubrí las arterías
de un corazón vuelto ciudad, hecho de historias.
Cada uno elige lo que quiere ser, porque lo goza:
¡Me siento poblano porque me da la gana!
Porque en mi lecho de muerte extrañaba
a los amigos que se volvieron mi patria.

Doctor, no se enoje, tan sólo una pregunta era.
Mi curiosidad se expresó muy brusca
pero comprenda, rara vez a la calle salgo acompañada
y entablar una plática, para mí, es forma extraña.

La entiendo, yo soy quien pido disculpas
tan amable es usted, toda una dama
cumpliendo la voluntad, la última
de un muerto vuelto un alma.

Dejemos de lado las sobradas formas
y andemos, que por una vez tendré guía.
Andemos por las ortogonales vías,
esas que dicen que hasta a los ángeles inspiran.

A los dos les salieron pies, a ella con calzas
y al hombre los siglos en botas muy gastadas.

Del Barrio de Santiago salen a una avenida
de La Paz antes, de Juárez ahora.

Este olor es del fondo de la tierra, me agrada
a los mortales les choca, pero a mí me reconforta
supongo que va por túneles y cavernas
aromatizando, es el agua sulfurosa.

Recuerdo que la gran avenida estaba vacía
pero el aroma es el mismo, apenas unas casas había
y ahora son bares restaurantes cafés y cantinas
nada de esa ciudad que a las nueve dormía.

Y caminando siguieron su ruta
el Doctor indicando que monumentos faltaban.
Luego a la gente preguntaron por una alameda
que se enteraron que el Paseo Bravo ya era.

Leicht notó que la ciudad llena de escolares estaba
y que en vez de carros tirados por mulas
en atestadas cajas metálicas con vidrios viajaban,
no te asustes, son microbuses, le dijo la parca.
Anda, subamos a uno, el miedo deja atrás
que somos inmortales y nada nos puede pasar.
Pero el susto fue mayúsculo al abordar.
Ahora la Muerte sabe porque no descansa,
en cada vuelta los choferes a la vida retan.
Ya no aguanto, Hugo, por favor, pide la bajada.

Y descendieron con las costillas expuestas,
se lamentaron de su suerte funesta.

Caminemos, así es más fácil al zócalo llegar
que las calles son sencillas y la numeración recta.
Faltan edificios, lo puedo notar
pero también veo que rescataron más.
Es un criterio extraño difícil de razonar.
¿Por qué a algunos conservan
y otros se empeñan en derrumbar?
¿Qué intentan rematando un piso más?

Y la Avenida de la Reforma se llama igual
la suma de Guadalupe, Hospicio, Miradores, Cholula y Zaragoza
comercios oficinas escuelas bancos en lugar de casas
antesala del Zócalo y los Portales, del centro de la ciudad.

De 1930 a la fecha
la ciudad ha cambiado entera,
se dice el Doctor mientras mira por un zaguán,
ahora las fuentes son ornamento y no necesidad.

Hay más esculturas en el zócalo que debo anotar,
y árboles que la botánica estudiará,
los faroles son dragones de una mitología nueva
vigilados por ángeles que a la catedral rodean.

Ahora hay música y mesas en cada portal,
algunas calles son de cemento en vez de piedra,
hay automóviles en vez de carretas
y peatones que el cambio de luces esperan.

Y dice el doctor mientras a la Muerte observa:
Sabes que amo a mi añorada angélica,
que me niego a ser turista en mi tierra,
pero se que me esperas
que nomás hoy, por unas horas
me dejarás contemplar disfrutar
volver a caminar
y reescribir las calles de Puebla.

martes, 7 de septiembre de 2010

Hoy no me quiero levantar, mañana tampoco

De niño creía que pasar todo el día acostado en mi cama era divertido, imaginaba ser un minero que exploraba las cuevas formadas por mis sábanas, hasta que las manos de mis padres entraban como enormes brocas y rompían ese encanto.

Pero el juego dejó de ser divertido en la adolescencia.

La preparatoria fue el ambiente donde tuve los primeros esporádicos y evidentes desánimos para no levantarme: retardos, malos humores, plantones a amigas, peleas con amigos e invenciones de enfermedades servían para quedarme más tiempo en la cama, era una repentina pesadez que no alcanzaba a volverse sueño. En la universidad comenzaron las inasistencias y los pretextos para entregar los trabajos fuera de tiempo. Entonces no le di mayor importancia, pensé que era flojera, porque a pesar de todo sí me podía levantar, obviamente cuando terminaban el dolor de cabeza y el lagrimeo en los ojos.

Pero un día, ya egresado y siendo un solícito empleado, simplemente no me pude levantar. Era como si algo dentro de mí se opusiera, empujándome contra la cama, una pelea desgastante que perdí. No fui a trabajar. Fue hasta pasado el mediodía que me levante con muchos esfuerzos para ir al baño. En el espejo vi un rostro muy demacrado, no sabía qué pasaba. Entonces me senté en el sillón y me quedé ahí el resto del día. Dejé que el teléfono sonara con insistencia, luego revise el celular y vi muchos mensajes almacenados que no tuve intención de responder. Regresé a la cama y dormí. Era sorprendente que estuviera tan cansado a pesar de no haber hecho nada en todo el día.

El amanecer siguiente fue casi igual, con la salvedad que esta vez sí me levanté. Fui a la oficina, desaseado y en ropa deportiva, nomás para esperar la hora de la salida. Mis compañeros me vieron con burla, seguro pensaban que estaba borracho, por fortuna era viernes. Regresé a casa y me fui a la cama de inmediato, permanecí quieto, acurrucado, con los ojos abiertos. Esa vez rompí mi marca personal: pasé la tarde del viernes y el sábado sin levantarme. De nuevo el dolor de cabeza, los ojos llorosos y una extraña melancolía sin motivo. Por la noche mis padres, evidentemente preocupados, me levantaron con muchos esfuerzos y me llevaron al médico. Este les dijo que no era un malestar físico, pero que era necesaria la ayuda de un especialista. ¿Pero cómo encontrar un psicólogo o un psiquiatra disponible el sábado por la noche? Afortunadamente en un país de locos quedan unos que no lo son tanto, o se controlan, para atender a los emocionalmente enfermos. Una vieja conocida de la familia, médico, estudió también la licenciatura en psicología y una maestría en psicoterapia. La fuimos a ver de emergencia, es muy extraño decirlo, y estando a solas me dijo: padeces depresión.

¿Depresión? ¿Qué demonios es eso? ¡Cosa de locos! ¡Pretexto de los flojos para no trabajar! ¿Depresión? ¡No me fastidien! ¡No me gusta que me incomoden con esas cosas! Maldije la mitad del tiempo de la consulta.

Y en verdad terminé incómodo, bueno, no sólo yo, también algunos cuantos millones de mexicanos. Porque según me dijo mi nueva terapeuta, cuando lo digo me imagino ser una persona de primer mundo, las estadísticas oficiales calculan que más de diez millones de mexicanos padecen depresión en diferentes grados.

¿Una de cada dos familias del país viviendo con un familiar así? ¡No puede ser posible!, comenté.

Las cosas pueden suceder sin que te des cuenta, me dijo la psiquiatra y psicoterapeuta, esa es la cifra oficial aunque algunos especialistas, psicólogos y psiquiatras, creen que entre cuarenta y ochenta millones de mexicanos padecen algún trastorno depresivo y muchos de ellos ni siquiera lo saben, remató.

¿Y si es una enfermedad? ¿Cómo se cura? ¿Qué medicamentos deben consumirse? ¿Debo ir a terapia? ¿Así pasaré el resto de mi vida? ¿Qué?

En mi caso, la ayuda vino de la psicología reforzada con la medicina. Suena extraño decirlo conociendo el debate que existe entre ambas ciencias para abordar el tratamiento de lo que unos consideran un síndrome y otros una situación individual.

Y de nuevo la confusión.

Entonces, ¿qué es la depresión?

Partiendo de la definición más general posible, consultando el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española tenemos: en psicología, síndrome caracterizado por una tristeza profunda y por la inhibición de las funciones psíquicas, a veces con trastornos neurovegetativos.

Bueno, ¿y qué es un síndrome? Conjunto de síntomas característicos de una enfermedad. ¿Y síntoma? En Medicina, fenómeno revelador de una enfermedad. Ah, cada vez entiendo menos, entonces ¿qué es una enfermedad? Alteración más o menos grave en la salud.

Si los psiquiatras la refieren como un síndrome o conjunto de síntomas que afectan principalmente a la esfera afectiva (tristeza patológica, decaimiento, irritabilidad o trastorno del humor), los psicólogos la refieren como la descripción de una situación individual mediante síntomas que sumados no forman un síndrome, sino que son conductas aisladas que, si acaso, establecen relaciones entre sí estableciendo una mera descripción de la situación del sujeto, como un aprendizaje desadaptativo basado en el ambiente o en el contexto. Fácil de transcribir escribir pero difícil de entender.

Ambas son definiciones complejas que, pecando de simplistas, bien pueden referirse a un conjunto de malestares físicos con repercusiones emocionales (psiquiatría) y/o a situaciones emocionales que se manifiestan en malestares físicos (psicología). Como si una fuera el reflejo de la otra.

Si bien el consenso actual tiende a definir a la depresión como una enfermedad, en mi experiencia personal me queda claro que no es un “mal pasajero” que los medicamentos eliminen, sino que es una constante, es decir, un estado que afecta la esfera afectiva en variables estados de tiempo, es decir, un síndrome.

¿Cómo contrarrestar un síndrome biológicamente determinado por un desequilibrio bioquímico del cerebro? Con un tratamiento farmacológico que ayude a la persona a recobrar el equilibrio en el funcionamiento de los neurotransmisores, probablemente dirían los médicos, perdón, los psiquiatras.

¿Cómo atender a fondo a una persona con conflictos emocionales y/o mentales? Estableciendo un proceso de comunicación con la intención de mejorar su calidad de vida a través de un cambio en su conducta, actitudes, pensamientos o afectos, probablemente dirían los psicólogos, perdón, los psicoterapeutas.

Pero a veces el problema es más complejo. La marcada propensión al suicidio, no siempre visible, de algunas personas obliga a un tratamiento farmacológico y psicológico conjunto. Más complejo aún, aunque afortunadamente hay maneras de abordar el problema.

El punto importante es que hay personas afectadas tanto en su estado emocional como en su estado físico, debilitándose día a día, que requieren ayuda profesional de una, de otra o de ambas ciencias.

Si en mi caso hace algunos años me auxilié con medicamentos derivados de la fluoxetina, como el Flouzac o el Prozac, poco a poco las terapias ocupacionales han ganado terreno.

¿En verdad no existirá una cura? No lo sé, mientras tanto disfruto de escribir, de pintar, del cine y de caminar.

¿Qué si de vez en cuando me acuerdo? Sí, aunque evito afligirme levantándome de inmediato de la cama.

Y a veces me pregunto queriendo negarlo, ¿en verdad seremos tantos depresivos?

Marzo de 2010


domingo, 8 de agosto de 2010

Manzana

Dulce es el sabor

del placer del destierro:

la manzana.

Biblioteca

Tácito el diálogo
andando entre papel
y oyendo letras.

domingo, 25 de julio de 2010

Como el vidrio

La lluvia lavará tus lágrimas sin tallarte los ojos. Será la única manera en que el mundo no te pedirá verlo de frente.