domingo, 6 de enero de 2008

Día de regalos, día de reyes magos (para quienes sí tuvieron).

El seis de enero se vuelve cruel, y se vuelve así no por los niños (y niñas), sino por los padres de ellos. La presunción no es de los menores, es de los adultos en la cíclica competencia de demostrar en que niños o niña gastaron más los tres susodichos personajes para demostrar que “quien invierte más es porque quiere más”, así de simple.

Y mientras en las calles veo felices a muchos niños con sus nuevos juguetes, y a sus padres con sus caras de preocupación pensando en el tiempo que les tomará a los tres explotadores de animales pagarlos, también veo a muchos que no recibieron lo que pidieron, simplemente porque los susodichos tres no les dieron la misma prioridad que a aquellos cuyos padres realizaron sus “donativos” respectivos con todo e intereses. Pero también veo a muchos otros que no les dejaron nada, entre ellos a algunos que ni tristes están porque simplemente se les volvió costumbre el no recibir obsequio alguno no sólo en este día, sino en toda su vida. ¿Y los reyes?, bien gracias, recordemos que todo sistema de gobierno tiene intereses, no personas, y los tres como jefes de estado no han realizado entre sus peticiones el que se incrementen los sueldos o reduzcan los precios de la canasta básica, ni tampoco el que se cancelen deudas externas de países de tercer mundo, ¿y de filantropía? mejor ni hablamos.

Ni modo, si que son reyes.

No hay comentarios: